
carta…

Foto: de la Biblioteca particular de JPDNJRNJ

Respetado moderador:
Vive Dios que en recibiendo esta misiva, vos, hidalgo manchego, no la toméis por una más de las que ha tiempo están llegando a vuestras manos a través de ese engendro que lleva nombre salido de la parla de los hijos de la pérfida Albión y creado por criaturas cuyas mentes metidas en magines asaz cortos de entendederas, o más bien largos en artes diabólicas, y que con generoso altruismo venís poniendo a nuestra disposición; si por mala fortuna tuviéredes duda que así es os lo aclaro con prontitud: ¿qué si no son todos esos artificios que han apartado de nuestras vidas a la humilde pluma que sumergida en tinta era capaz de, con sola una mano, tal y como lo hiciera ese genio de las letras llamado Don Miguel de Cervantes, convertir el humano pensamiento en páginas de gloria?
Mi imaginación, harta ya de mantener conversaciones consigo misma, no encuentra respuesta a una duda que emerge a diario y que no es otra que aquella que tiempo ha se suscitó en alguno de esos billetes que afablemente os fueron remitidos por gentes en donde anidaba el buen deseo de servir a la res pública, cualquier otra interpretación que persona malhadada pueda tener en mente, es ruin, retorcida y siniestra. Seguro estoy que alguna de las maléficas criaturas que pueblan el éter la imbuye en su celebro para menoscabar nuestro pacífico entendimiento que largo tiempo ha ya disfrutamos los que nos acogemos a su nunca bien ponderada paciencia.
Quisiérale trasladar a vuesa merced que barrunto, es decir, que tengo el presentimiento, o el mal presagio, que la cantidad notable con la que nos tenían acostumbrados los colaboradores que os remitían epístolas donde reflejaban, o al menos lo intentaban, dar a conocer sus reflexiones sobre la edad en la que nos ha tocado vivir, ésta ha disminuido y su caudal, asaz fecundo ayer, hoy se ve mermada por no sé qué clase de maniobra perversa de algún diosecillo de los que pueblan este mundo de las letras y que siempre están intrigando y zascandileando para entorpecer a los que como nosotros, flacos colaboradores que intentamos humildemente compartir ideas, abandonemos y dejemos ya de incordiar.
¡Voto a bríos que no lo conseguirán mientras nos mantengamos firmes y alerta! Debemos ser como centinelas que en su garita no dejan que les venza el tentador abrazo de Morfeo. Aunque héteme aquí que en esas noches de pesadilla que los mortales sufrimos, he llegado a sospechar que la escasez de misivas venga dada por esa ley que en su día vuesa merced nos impuso de tener que identificarnos y no utilizar un seudónimo como a la sazón se hacía. Muchos pueden pensar que el hombre es voluble y cobarde, un ser mortal al que gusta de esconderse detrás de una máscara para no ser responsable de aquello que dice y hace, como a menudo lo suele hacer un villano malandrín con sus atrevimientos, los cuales, y en bastantes ocasiones, son atinadas verdades sus aforismos y sentencias, mal que nos pese.
Pero tenga claro, respetado moderador, que espero tener lejos de mí el aceptar tal osadía, quisiera creer que es el Maligno, con sus malas artes, quien inspira tamaño desatino. La disminución actual de escritos, a mi parecer, a caso quizás sea motivada por la astenia primaveral, la cual aletarga y relaja nuestras conciencias esperando la canícula que este año tarda en llegar a pesar de estar tan entrado el calendario.
Espero, aprendiz de caballero andante, que meditéis el asunto y lo consultéis, si procede, con aquellos compañeros vuestros de viaje que bien os podrán guiar por el buen camino y elegir si cabe la mejor andadura para llegar dichosos al deseado puerto y así ayudar a la grey a desfacer el mayor número posible de entuertos que, como se puso de manifiesto estos días anteriores a la insaculación, haberlos haylos.
Gracias le sean dadas por su encomiable labor al castellano apellidado Romero-Nieva que un día quiso ser, y lo fue, un hijo más, aunque adoptivo, de esta tierra valenciana de la que el autor del Quijote dijo en el Persiles: «Cerca de Valencia…, la hermosura de las mujeres y su extremada limpieza y graciosa lengua, con quien solo la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable… »
Quede vuesa merced con Dios amigo lenguajero y decida aquello que mejor convenga a esta república (de las letras, claro).
Suyo afectísimo,
Salvador

Salvador Alberola és un lliurepensador que estima el seu poble.Des
de la llunyania difon el seu pensar i la seua concepció del món.És conscient de la realitat que l’envolta i amb el seu criteri i estil opina i desenvolupa el seu pensament. La poesia,l’assaig i «les coses del seu poble» es veuen reflectides en aquestes pàgines.
Plácenme todas sus palabras i atenciones, que de corazón salen y de adentros profundos y sinceros…más si no fuera porque despierto estoy, diríase que el mesmo Avellaneda resucitado es -por no inferir en sacrilegio alguno y resucitar al mesmo San Miguel, sí, el Cervantes, que gloria alcance con su pluma i cabeza.
El caso es, que esta aventura que corremos es éste lance de escribir i pensar. De ensayar i estrenar. De corregir i borrar. De sonreir y llorar.Siempre intentando nuevas estrategias para que esto no se apague y al mismo tiempo despertar de algunos sueños -felices por inconscientes- a los espíritus valientes i aguerridos ( que haverlos, haílos), nos lleve a buena meta y puerto seguro que nos resguarden de la tempesta y azotes de la vida.
En la tregua en que nos encontramos -pax inter bellum-, favoreciendo la reflexión- dulce tranquilidad como en los conventos más místicos y creativos de nuestros reinos- podemos hacer y cambiar todo lo que creamos a bien, para gloria y fortuna de las artes. Todo es cuestión de voluntades.
Sea como fuere, escribir siempre ha sido tarea dura. Muy dura. Tenga en cuenta, noble amigo, que estos esfuerzos solo llenan el espíritu. Nunca bolsillos ni estómagos. Si se pagasen las letras como los antiguos telegramas, por palabras, otro gallo cantaria. Lo que le vengo a decir, devoto como soy de Santa Teresita, que me quede como esté, ja que jamás en tiempos hubiera soñado ni por asomo a donde hemos llegado. La dicha de conocer nuevos escritos.La responsabilidad de distribuir palabras. I la confusión en algunos momentos què veredas seguir.
Enfín, no quiero que el comentario se alargue más que su carta, ni que el continente ahogue al contenido.No quiero irme sin agradecerle sus contundentes elogios, de los que usted forma parte, como rbenavent, Nieves, Juan, Maria, Fabian, la callada Marieta, Rosa, Vicente, Frederic y Amparo, Orbison, Joanjo…i todos aquellos que sin decir nada pasan por aquí y dejan con su presencia un halo especial y misterioso de haber visitado esta casa abierta al mundo.
Sois vosotros los que tenéis que decir si así seguimos o si queremos cambiar.
Acepte. un fuerte abrazo.
Puestos, pues, ya en sosiego y hechos amigos todos a persuasión del oidor y del cura, volvieron los criados de Don… a porfiarle que al momento se viniese con ellos; y en tanto que él con ellos se avenía, el oidor comunicó con don …, y el cura qué debía hacer en aquel caso, contándoseles. En fin fue acordado que don Fernando dijese a los criados de don Luis quién él era y como era su gusto que don Luis se fuese con él al Andalucía, donde de su hermano el marqués sería estimado como el valor de don Luis merecía; porque desta manera se sabía de la intención de don Luis que no volvería por aquella vez a los ojos de su padre, si le hiciesen pedazos. Entendida, pues, de los cuatro la calidad de don Fernando y la intención de don Luis, determinaron entre ellos que los tres se volviesen a contar lo que pasaba a su padre, y el otro se quedase a servir a don Luis y a no dejalle hasta que ellos volviesen por él o viese lo que su padre les ordenaba. Desta manera se apaciguó aquella máquina de pendencias, por la autoridad de Agramante y prudencia del rey Sobrino; pero viéndose el enemigo de la concordia y el émulo de la paz menospreciado y burlado, y el poco fruto que había granjeado de haberlos puesto a todos en tan confuso laberinto, acordó de probar otra vez la mano, resucitando nuevas pendencias y desasosiegos. Es, pues, el caso que los cuadrilleros se sosegaron, por haber entreoído la calidad de los que con ellos se habían combatido, y se retiraron de la pendencia, por parecerles que de cualquiera manera que sucediese habían de llevar lo peor de la batalla; pero uno dellos, que fue el que fue molido y pateado por don Fernando, le vino a la memoria que, entre algunos mandamientos que traía para prender a algunos delincuentes, traía uno contra don Quijote, a quien la Santa Hermandad había mandado prender por la libertad que dio a los galeotes, y como Sancho con mucha razón había temido.
Imaginando, pues, esto, quiso certificarse si las señas que de don Quijote traía venían bien, y sacando del seno un pergamino , topó con el que buscaba, y poniéndosele a leer de espacio, porque no era buen lector, a cada palabra que leía ponía los ojos en don Quijote y iba cotejando las señas del mandamiento con el rostro de don Quijote, y halló que sin duda alguna era el que el mandamiento rezaba. Y apenas se hubo certificado, cuando, recogiendo su pergamino, con la mano izquierda tomó el mandamiento y con la derecha asió a don Quijote del cuello fuertemente , que no le dejaba alentar, y a grandes voces decía: ¡Favor a la Santa Hermandad! Y para que se vea que lo pido de veras, léase este mandamiento, donde se contiene que se prenda a este salteador de caminos.
Tomó el mandamiento el cura y vio como era verdad cuanto el cuadrillero decía y como convenían las señas con don Quijote; el cual, viéndose tratar mal de aquel villano malandrín, puesta la cólera en su punto y crujiéndole los huesos de su cuerpo, como mejor pudo él asió al cuadrillero con entrambas manos de la garganta, que, a no ser socorrido de sus compañeros, allí dejara la vida antes que don Quijote la presa. El ventero, que por fuerza había de favorecer a los de su oficio, acudió luego a dalle favor. Sancho dijo, viendo lo que pasaba: ¡Vive el Señor que es verdad cuanto mi amo dice de los encantos deste castillo, pues no es posible vivir una hora con quietud en él!
Venid acá, gente soez y mal nacida: ¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a los encadenados, soltar los presos, acorrer a los miserables, alzar los caídos, remediar los menesterosos ? ¡Ah, gente infame, digna por vuestro bajo y vil entendimiento que el cielo no os comunique el valor que se encierra en la caballería andante, ni os dé a entender el pecado e ignorancia en que estáis en no reverenciar la sombra, cuanto más la asistencia, de cualquier caballero andante! Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad, decidme: ¿quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como yo soy? ¿Quién el que ignoró que son esentos de todo judicial fuero los caballeros andantes y que su ley es su espada , sus fueros sus bríos, sus premáticas su voluntad ? ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir, que no sabe que no hay secutoria de hidalgo con tantas preeminencias ni esenciones como la que adquiere un caballero andante el día que se arma caballero y se entrega al duro ejercicio de la caballería? ¿Qué caballero andante pagó pecho, alcabala, chapín de la reina, moneda forera, portazgo ni barca ? ¿Qué sastre le llevó hechura de vestido que le hiciese ? ¿Qué castellano le acogió en su castillo que le hiciese pagar el escote? ¿Qué rey no le asentó a su mesa? ¿Qué doncella no se le aficionó y se le entregó rendida a todo su talante y voluntad? Y, finalmente, ¿qué caballero andante ha habido, hay ni habrá en el mundo que no tenga bríos para dar él solo cuatrocientos palos a cuatrocientos cuadrilleros que se le pongan delante?
Mi gratitud Sr Salva.