
EL TREN

No esperaré jamás mi tren. No quiero estar sentada mientras la gente sube y baja a su antojo. Quiero ser la que viaja, la que decide en qué tren ir, como aquel hombre que me encontré una vez en la estación con una mochila, me dijo que sabía que llegaría no sabía donde pero que el tren era el medio.
He conocido a mucha gente en el tren (no estoy hablando en términos metafóricos), gente a la que probablemente nunca volveré a ver y que me han dado grandes lecciones mientras el paisaje se escapaba por las ventanas. Recuerdo aquella mujer, me contó que había perdido a su marido en un accidente de coche y me dijo: «Pero guapa, vivir es lo que tiene y amar es arriesgarse hasta perderte en la muerte de alguien, por eso, yo que ya soy vieja te digo que vivas y sientas que eso no te lo va a enseñar nadie». Bajó en Silla, iba a visitar a su hijo.
Y así lo hice.
Y así viví.
Otros optarán por sentarse y viajar. Yo, sin embargo, iré subiendo y bajando… conociendo, experimentando y valorando. Decidido, yo también quiero contar historias.
Gracias a toda aquella gente desconocida que tanto me ha enseñado en el tren.
Después de un horrible 2013, gracias a aquellas personas conocidas que han estado a mi lado. Solo puedo esperar que el 2014 sea muy bueno… ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Rosa Romero-Nieva