
San Carlos del Valle,mágico e intacto.

San Carlos del Valle («el Cristo del Valle»), és un pueblo especial:por el origen de su curiosa historia,por sus gentes,por su habla,por su gastronomia,sus leyendas…y la más contundente: por ser el mío. Un pueblo al que no ha llegado aún (todo se andará para nuestra desgracia) el turismo masivo,aniquilador, rompedor de la paz y del plácido o no, devenir de la vida.
Aquí lo tenéis, con su monumental y singular templo dedicado a ése Cristo carismático i misterioso…epicentro de peregrinaciones pasadas, con su Santiago matamoros por todos los rincones pétreos y iconográficos.La casa del cura que ya la quisieran muchos obispos para sí, merece por sí sola una visita: con su porticado patio interior acorde y en sintonía con todo el conjunto. Con su gran escalera. Aún se pueden ver algunas casas históricas en estado puro, si bien cada día menos: con sus puertas heridas-decoradas por chapas-clavos,patio central,muros de adobe, gran corral y estancias simétricas.
Hermoso,digno,limpio…»coqueto».Todo está cuidado con esmero y en su sitio.La monumental Plaza Mayor dándole la mano a la Plaza de la Mancha a través de uno de sus genuinos arcos, conjuntamente con el templo y edificios adyacentes («longilla»,»rasillo»,»casino»…) configuran un conjunto único, digno de ser glosado,mimado,estudiado y preservado para goce de propios i extraños.
Sus calles, anchas,rectas, limpias y arboladas hacen pensar al que estas líneas traza en juegos muy lejanos, perdidos en la bruma del recuerdo: «pan y tomate que no te escapes», o su derivada «a las cuatro esquinas», mincerra,mincerra…cantaba una perra en un arbolito de cierta manera: es en mata…ron,ron machaca el pimentón!», o aquel «regotín, regotán, por la casa cordobán, ballestereros, ballesteros…cuántos dedos hay en medio?
Sus expresiones («tepace a tí»,»muchacha»,»hermosa»…) y tantas otras, resuenan en mi mente como ecos perdidos en un tiempo de neblina. Enfín, un paseo reflexivo, agridulce…lleno de sentimientos encontrados y perdidos como ráfagas de una infancia feliz y lejana en el tiempo pero muy cerca del corazón y de la esencia de lo que soy. No en vano nací allí. Aprendí a hablar allí.Jugué por sus calles en donde algunas de mis travesuras fueron famosas.
Cincuenta años o más de ausencias dan para mucho. Junto a mis pasos perdidos ya solo quedan en el rincón del recuerdo, en mi cabeza, «la tienda de la ratona»,la zapatería y el estanco de mi abuelo, carnecerias, panaderías, el corte inglés de la señora Luisa y Basilio, denominado con el sobrenombre de «el comercio»«, «la alameda»(una selva para nuesras aventuras infantiles, con pasadizos entre juncos y misterios de imaginarios). Mis juegos,mis escarceos. A pesar del paso de medio siglo, he disfrutado del pueblo como nunca.Junto con mi esposa i una de mis hijas. Junto a mis hermanos y esposas. «Hoy he vuelto a pasar por aquel camino verde…», nunca mejor dicho.
No puedo dejar de mencionar el lugar donde nos hemos alojado. Se trata de «La Hospedería de Santa Elena», ubicada en la Plaza Mayor en donde todo allí, es exquisito: las instalaciones,el trato,las estratégicas vistas,las comidas. La decoración: exacta. Con referencias al lugar. Detalles como los poemas que cuelgan en sus paredes. Con poemarios de mi tía Mariana Romero-Nieva al alcance de su lectura tranquila y sosegada, en el edificio que fué su escuela y la mía. Ha sido la primera vez, pero no serà la última. Un 10.
El professor jubilat Pepe Romero-Nieva comparteix la seua filosofia i la seua poesia des d’ aquestes pàgines. Escriu, pensa i opina del món que li ha tocat viure i interpreta els fets els quals observa des de perspectives crítiques-constructives.